¡Todo empieza!

Cuando tu vida prácticamente se detiene, cuando cambia la cotidianidad, cambian las relaciones y los hábitos, no sabes si decir: “Todo terminó”, o “Todo empieza”. Y no lo sabes porque tu mente se confunde, tus prioridades se transforman. Lo que ayer era relevante, hoy lo puedes aplazar.

Y así lo hicimos. Aplazamos el trabajo, la premura, las ventas, el afán de cada mañana. Aplazamos las citas, las ideas, la producción de nuevas prendas. Aplazamos nuestra vida laboral y la de nuestros colaboradores, para darle cabida a la tranquilidad, la seguridad, la vida familiar. Aplazamos lo urgente por lo importante.

Durante un mes y siete días estuvimos en casa. Permanecimos allí con temor, sin salir porque nos invadía el miedo de contagiarnos, de ser víctimas de ese enemigo invisible que terminó por aislarnos y nos minimizó a lo más básico; seres caminando sin mayores pretensiones porque a pesar de dar pasos jamás avanzábamos. Estuvimos siempre en el mismo espacio y de la misma forma. Ya no fue trascendental un corte de pelo, arreglarnos las uñas, una pinta a la moda, una tarde de shopping. Empezamos a vivir como realmente somos, no había a quien aparentar, no era necesario ocultar los sentimientos. Empezamos, simplemente, ¡A ser!.

Y entonces, un día, en esa tarea de encontrarnos, de aceptarnos, de entendernos, nos dimos cuenta que ya no podíamos seguir ocultándonos, huyendo, siendo indiferentes y egoístas frente a lo que estaba pasando. Teníamos vida para nosotros, pero otros, ya la habían perdido. Nos dimos cuenta que además de cuidarnos debíamos intentar cuidar a los demás, era nuestra responsabilidad. Tenemos una empresa de confección. Indagamos cómo hacerlo, cómo poner a disposición nuestros conocimientos y habilidades. Cómo trabajar por el bien común. Y lo decidimos. Decidimos empezar a investigar todo acerca de la elaboración de elementos para el cuidado en esta crisis sanitaria. Protocolos, consecución de insumos, adecuaciones, tiempos, normas técnicas del producto y todo lo referente a lo que queríamos hacer: producir y distribuir mascarillas de protección –tapabocas-

Ya teníamos claro el proceso. Ahora hablaríamos con nuestros colaboradores. ¿Estarían ellos dispuestos a acompañarnos en esta innovación? Parece que todos, sin vernos, sin hablarnos, teníamos el mismo pensamiento social. Todos quieren regresar. Tendrán horarios distintos, nuevas normas de cuidado, un aislamiento prudente entre ellos, pero a pesar de eso, todos volverán, y eso nos confirmó una vez más, que, a pesar de tener diferentes apellidos, somos familia.

Llegó la hora de reunirla, llegó la hora de abrir las puertas de una casa más grande, ¡Nuestra empresa! Hoy, nosotros nos decidimos por un “Todo empieza”.

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