Él siempre extenderá sus brazos para protegerte, siempre tendrá tiempo para escucharte. Seguramente cuando eras pequeño muchas veces fue tu caballito, tu alumno de clase imaginaria, el arquero de tu cancha, el jugador más malo del equipo (porque siempre ganaste) ahora sabes que siempre él te dejo ganar, y cuando fuiste creciendo te empezó a enseñar las cosas “difíciles” de la vida como manejar, hablar frente a otros, subirte sin compañía a un transporte público, pedir la cuenta en un restaurante o ir a la tienda a comprar el pan.
Papá siempre sabe qué hacer, él sabe guardar la calma cuando todos lloran y dirige el camino hasta con los ojos cerrados, su presencia es sinónimo de seguridad, tranquilidad, soporte y apoyo.
Papá te deja dormir hasta tarde, te salva de regaños, da la cara por ti; es tu cómplice muchas veces y casa todos lo saben, incluso mamá. Él te da dulces en vez de verduras, te deja un rato más viendo tele, te compra a escondidas juguetes y siempre tiene un mal chiste para subirte el ánimo. Papá es importante en tu vida y tú eres lo mejor que ha pasado en la suya.
Cuando algo anda mal, él está para ayudarte, y cuando todo fluye, celebra contigo; porque papá es… ¡Pa’las que sea!